Estás a la vuelta de la esquina. Me asomo tímidamente por la ventana, me escondo detrás de las cortinas para que no me veas. Me gusta observarte así, en ese momento que estás en tu auto, en un mundo protegido por tus demonios. Me imagino lo que pasará por tu cabeza y me pregunto si estarás tan ansioso, como yo, de verme.
Me gusta ver tus manos contrastar con el tablero, la forma en cómo controlas cada pieza del vehículo. Es una fantasía, ¿así deseas controlarme? ¿Te imaginas? Es algo que en la vida real no pasa, algo efímero que dura toda una eternidad. La satisfacción que me produce verte me llena, quisiera que no entraras inmediatamente a la casa, sino que te quedaras afuera, esperando latente y alargando el momento de saludarnos creando ansiedad. Cuando te hablo, todo el sentimiento se evapora y vuelves a ser como antes, común y simple. Me gustas más en mi imaginación, donde ocurren cosas imposibles.
Me gusta ver tus manos contrastar con el tablero, la forma en cómo controlas cada pieza del vehículo. Es una fantasía, ¿así deseas controlarme? ¿Te imaginas? Es algo que en la vida real no pasa, algo efímero que dura toda una eternidad. La satisfacción que me produce verte me llena, quisiera que no entraras inmediatamente a la casa, sino que te quedaras afuera, esperando latente y alargando el momento de saludarnos creando ansiedad. Cuando te hablo, todo el sentimiento se evapora y vuelves a ser como antes, común y simple. Me gustas más en mi imaginación, donde ocurren cosas imposibles.
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