Le fateuille

Un poco de mí, para tí.

Nombre: Ana
Ubicación: Mexico

Me gusta el blog, puedo escribir todo lo que hay dentro de mí, sin pensar en nada más.

lunes, julio 21, 2014

¿Qué fue eso?
Un destello en el horizonte o un corazón atrapado.
Lo que sea, me hace sentir segura.
Me detiene, de repente ya no tengo qué correr.
Me deja ser libre.
Me reta, ¡por fin!
La luz me quiere envolver. Por primera vez, dejo que me ilumine.
Es cálida.

sábado, julio 19, 2014

Regálame un beso antes de partir
Déjame como recuerdo el sabor de tus labios
Algo que me mantenga ocupada en el tiempo
Abrázame como pretexto para memorizar tu aroma
Dame lo que necesito para mantenerte vivo en mis sueños, donde estamos juntos, donde tus noches son mías,  donde soy la causa de tu insomnio ,  donde el cansancio viene con una sonrisa,  en nuestro palacio del mar,  encerrados,  subversivos, desafiantes.
Déjame algo, tú ya me tienes, dominada, pasiva, amarrada, feliz.

Me retiraré a la montaña
A encerrarme en la torre más alta
Para esconder mi corazón.

Lo guardaré en un cofre rodeado de cristal.
Nadie lo hará llorar de nuevo
Nadie lo romperá otra vez
Nadie lo volverá a amar.

Es mi mayor tesoro
En mis manos lo destruyo
Cuando lo tengo lo pierdo
Cuando amo, lo destrozo .


viernes, julio 18, 2014

Somos las hojas que caen
Danzando en el aire, jugando a encontrarse
Temiendo al suelo
Extrañando al árbol
Deseando tocar al otro
Sabemos que es imposible el contacto
El destino de quien cae es la soledad
Pensamos que al tocar tierra morimos
No es así
La eternidad puede durar hasta que nos pisen, hasta que me vuelva café
Hasta que mi sonido perfore la tensión
Mis venas se sequen
Y me evapore en una respiración 

viernes, julio 04, 2014

Mi corazón está roto y cada uno de ustedes se llevó un Pedazo.
Unos más grandes que otros. Espero atesoren su pieza, porque es única.
Mis piezas se regeneran. Ya no lo quiero romper, no lo quiero volver a separar.
No me pidas solo un Pedazo, llévatelo completo o quédatelo. O quédate conmigo, es más hermoso un corazón vivo que uno muerto.
Las lágrimas caen sobre los Pedazos que quedan en mi mano. Fue mi culpa, soy la única responsable de amar,  de amarte, de amarlos...de buscar amor donde no había.

miércoles, julio 02, 2014

Ando de rebelde y tú tienes la culpa.

lunes, junio 30, 2014

Mis ojos no mienten.
Tus palabras tampoco.
El deseo nos quema sin invitarlo.
En nuestro interior, nos soñamos.
Pienso en poner mi cabeza en tu pecho desnudo; tú, en conocer la suavidad de mi piel.
Nuestros dedos se llaman, en la urgencia de tocar al que no conoce. Al que no está, pero siente dueño.
En el vendaval de tu aliento en el mio te digo "no lo hagas", mientras mi alma intenta decirte a través de una mirada lo que el corazón y el cuerpo no logran.
Tú entiendes, la confusión del amor y lo que pide la carne es grande. ¿Qué es esto? Un parte aguas, una invitación a lo desconocido, la verdadera felicidad , tu alma gemela.
"No lo hagas", vuelvo a repetir buscando con urgencia tu boca para no volverte a dejar ir.

miércoles, mayo 21, 2014

-          Oiga, ¿cuánto me ofrece por la tele?
-          Buenas tardes, depende de cómo sea.
-          Es de marca, está casi nueva y le puede sacar mucho provecho.
-          A ver. ¿De qué año es?
-          2009, me la gané en la posada de la empresa y casi no la he usado, tengo teles mejores que yo he comprado.
-          No lo dudo joven. Le doy $500.
-          Mire, funciona perfecto y sería el mejor aparato que tendría aquí, no veo por qué no aproveche la oportunidad que le estoy dando.
-          ¿Oportunidad de como para qué?
-           Para que Ud. Pueda mejorar su negocio, ¿se imagina cuántos clientes podrían ofrecerle por esta televisión? Le daría más clase a este lugar.
-          No entiendo lo que quiso decir, pero por algo está Ud. Aquí. La tele es vieja y está grande, no me sirve mucho. Si acaso, para vender las piezas, eso es algo que sí me puede servir, Ud. Sabe, en el puesto.
-          ¿Y midiéndose? Tiene lo último en tecnología.
-          ¿Cuánto quiere?
-          $2,500, me costó $45,000, creo que se la estoy dejando a un buen precio.
-          Joven, no puedo darle más de $500 pesos. ¿Lo toma o lo deja?
-          Mire, no tengo mucho tiempo y no voy a discutir con Ud. Cuando se ve que no sabe, ¿dónde está su supervisor?
-          Lo está viendo joven, soy el dueño del negocio y me gustaría ayudarlo, pero no soy su mamá para comprarle la tele solo porque necesita el dinero. Si gusta llevarse el aparato tres cuadras más para allá y ver si le dan el dinero, digo, si no es que se la quitan en el camino. Ahora, que si necesita el dinero, me deja la tele, el reloj que trae y le doy 1,500 pesos.
-          ¿Este?
-          Pos no veo que traiga otro. ¿Cómo ve?
-          Este reloj me lo regalaron, no lo puedo empeñar.
-          No pues, Ud. Sabe, pero como dijo, no veo por qué no aproveche la oportunidad que le estoy dando. Si se decide, aquí estoy, no me voy a mover, estamos abiertos hasta las siete.
-          Dos mil.
-          1,500 y la tasa de interés es del 18%. Llene este formato mientras le recibo la televisión, el reloj lo puede dejar sobre el mostrador.
-          Me lo regaló alguien que quise mucho.
-          Véalo de esta manera, así la va a olvidar pronto.
-          Deme el formato.
-          No se moleste joven, esto es temporal, cuando le vaya mejor, viene por el reloj, y en un descuido, hasta de la tele.
-          La tele no la necesito.

-          No lo dudo, joven, no lo dudo.

Qué rico besa. No me esperé que lo hiciera tan bien. Esto va a salir mejor de lo que pensaba. Si sigue así, la voy a invitar a mi casa y no nada más a cenar. Se detiene. ¿Le molesta mi brazo? Mejor me muevo, a lo mejor está incómoda y por eso se detuvo. Pero no debo acercarme mucho porque luego no va a querer y me va a dejar con las ganas. Sin alejarme mucho porque luego va a creer que no me interesa. ¡Qué diablos! No me puedo aguantar, mejor la beso y a ver qué pasa, ¿se enojará si le meto la lengua? Mis probabilidades son bajas, es la primera cita y luego no va a querer volverme a ver; pero, cabe la posibilidad de que le guste y me deje avanzar más abajo. Qué rico besa, ni me importa su labial; a la otra la beso antes de que se maquille. La cabeza me va a explotar, la sangre me hierve y si sigue así, no me voy a poder controlar.

¡Ay no! Ahí viene Mauricio otra vez. No sé, como que me da cosita cuando se me acerca en las mañanas a saludarme. Me deja toda embarrada y no me gusta cómo se me acerca. Es como si quisiera treparse encima. Me choca que me ponga las manos encima, es asqueroso como sus lentes de Clark Kent. Y luego tiene los labios grandes y bromosos que abarcan toda la mejilla. Mejor corro, antes de que llegue. No, mejor prendo la computadora, me agacho y hago como si la conectara. No, mejor, levanto el teléfono y hago como que hablo. – Hola Mauricio, ¿cómo estás? Buenos días también, buen día, saludos.

Tus labios saben a sal. Se esconden en mis labios para que no los sorprenda explorando los contornos de mi boca. Mientras los saboreo, se quedan estáticos por momentos, como si decidieran qué hacer o hacia dónde moverse. Mi boca es pequeña, pero tus labios no se quedan conformes en explorarla, conocerla y grabar cada una de sus grietas en su memoria. Al detenerte, mi corazón lo hace contigo. Ignoro si mi boca debe seguir respondiéndote o seguir con el llamado que me haces a tus movimientos. Comienza de nuevo, déjame saborearte hasta que la sal se convierta en miel.

Hace un año me cambió la vida.

No se deja de amar a nadie de la nada. El amor nunca muere. Cuando decimos que olvidamos a alguien, en realidad lo tenemos en lo más profundo de nuestro ser, escondido, como si su amor fuera una carta que escondemos en la casa, pero que allí está. Ese amor nos hizo quiénes somos, aunque no lo nombremos está presente cada día. Por eso Matilde busca las cartas que recibía de niña. Toma entre sus manos los sobres amarillentos, llenos de polvo, que guardan cariño de otros tiempos.

Ahora nadie envía cartas. La gente dedica breves te quieros en medios que se guardan pero que nadie recuerda. El amor está escondido en un disco duro, o una nube de la cual olvidamos la contraseña. Matilde imagina qué le diría su amor escondido si le escribiera una carta, para llevarla consigo, cerca de su corazón. Si la tuviera, dormiría con ella, para sentir que lo tiene cerca, para que sus palabras tomen sentido y se conviertan en él. En sus sueños ella podría amarlo de la manera que no pudo hacerlo cuando lo tuvo.

A veces piensa que la carta puede ser de otro amor, también olvidado. La soledad come a Matilde con cada día que pasa. La marchita haciéndola más bella, inalcanzable para aquellos que algún día pensaron en amarla. Lejana en su mundo, absorta en sus recuerdos, recorre con sus dedos las letras que dicen su nombre, escritas por alguna amiga de la infancia. Ya no recuerda los juegos, pero sí el cariño. 

Se queda horas sin poder moverse, pensando en lo que hará el amor. ¿Dónde jugará? ¿Con quién se presenta? ¿A qué corazón destruye ahora? El armario de su cuarto se vuelve inmenso, cuando te quedas contigo misma los espacios crecen, te cobijan de un mundo externo, del ladrido de su perrito y de los gritos de tu madre. Ella se aisla para enviar amor a quién sabe dónde. Los recuerdos la dejan exhausta. Cada vez que ama, se queda vacía y luego no puede encontrar el amor que escondió.

Fueron tantos sus amores y tan ausentes ahora, que ya no hay un nombre para mencionar. Piensa en salir al parque y nombrar las hojas de un árbol con el nombre de alguien a quien haya amado. Sentarse debajo de la banca del nogal y ver hacia arriba, arrugando la frente por la luz en su mirada, apuntando con el dedo y nombrando. Cada hoja después le enviará una carta, para decirle que la quiere.

Matilde trabaja dictaminando. Todos los días lee actas, constancias, poderes. Se divierte hasta tarde, perdida en lo que dicen las leyes. Le gusta agotarse, leyendo y pensando, imaginando oportunidades en cada lugar del despacho. Si le hablaran en la cocina, en la copiadora, en el baño. Cuando llega a su casa, corre al armario y saca las cartas, las toca y recuerda. Mañana, quizás mañana piensa, no habrá necesidad de tocarlas. Quizás mañana el nombre se vuelva voz.