En la entrada del cine se vieron.
Compraron las palomitas de costumbre.
Mientras la película pasaba, sus manos se quedaron quietas; un par esperando, el otro par sin saber que hacer.
Las miradas y sonrisas no fueron suficientes para invitar a la valentía a hacerse presente.
La luz se encendió, las butacas se vaciaron y la esperanza del beso se quedó en el asiento.
Compraron las palomitas de costumbre.
Mientras la película pasaba, sus manos se quedaron quietas; un par esperando, el otro par sin saber que hacer.
Las miradas y sonrisas no fueron suficientes para invitar a la valentía a hacerse presente.
La luz se encendió, las butacas se vaciaron y la esperanza del beso se quedó en el asiento.
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