¿Qué haría si hoy te pudiera ver?

Te comería a besos.
Te comería entero.
Haría realidad todos los malos pensamientos que me provocas.

Desde hace poco más de un año, desde que me atreví a quererte, no hay día que no piense en tí, no hay noche que mi cuerpo no te extrañe, no hay momento que mis manos no te añoren.

Mis labios preguntan por tí. Están secos, te necesitan. Mi cabello no brilla, le falta su luz. Mis ojos te buscan en las calles, en las reuniones, en las comidas, en el momento del café, cuando veo el fútbol. Mi cuerpo busca tu abrazo; mi alma, tu risa.

¿Qué es esto que siento? No lo sé, no me atrevo a ponerle nombre. Me desborda y nace de lo más profundo de mí. Me llena y viaja, atraviesa océanos buscándote, alcanzando lugares que no conozco. A veces me da miedo, es tan poderoso y ajeno que me pudiera llegar a lastimar; me domina, me vuelve tierna y suave, me doma.

Pienso en tu beso y es el principio. Tu risa es el todo, tu mirada no lo puedo explicar, es ver tu alma y rendirme ante tal belleza.

Yo que creí haber sentido algo muy fuerte antes. ¡Qué equivocada estaba! No se acerca en lo absoluto a lo que vivo hoy. Mis labios le piden al tiempo que te de un beso de mi parte, que te tome de la mano cuando yo no puedo, que te abrace cuando lo necesites, que acaricie tu cabeza y esté cerca de tí.