Le fateuille

Un poco de mí, para tí.

Nombre: Ana
Ubicación: Mexico

Me gusta el blog, puedo escribir todo lo que hay dentro de mí, sin pensar en nada más.

lunes, enero 06, 2014

Mishka se encontraba al lado de la carretera, atrapado entre la nieve y la tierra fría. La neblina estaba en sus pestañas, las manos no las sentía. El mundo da vueltas cuando pierde el control del automóvil. Escuchaba su nombre a lo lejos, como si fueran gritos, pero muy lejanos. ¿Será Katerina? ¿Sus ojos también estarán borrosos?

Katerina lucha contra la gente que le impide llegar a Mishka. Grita más fuerte para que se asegure que ella está allí, deshecha en lágrimas sorteando los brazos, que de repente se tornan fuertes e impiden llegar a él. Hay muchas personas, se acercan al lugar en silencio, observando a Katerina más que preocuparse por lo sucedido. La sangre sobre la nieve, nadie la ve, los gritos están vivos y capturan toda la atención.

Un grito permite renacer a Mishka, mientras alguien o él escuchen su nombre no han muerto. Por eso Katerina sigue gritando, mientras nadie le diga lo contrario él no morirá.

Mishka sigue sin sentir sus manos. Sus pies están descalzos. Quiere hablar, es más un deseo que una acción. Escucha su nombre, eso quiere decir que está vivo. No tiene fuerzas para levantarse y la niebla sigue en sus ojos. Siente algo en el vientre; si tan solo sintiera sus manos para tratar de tocarse. Logra voltear hacia atrás, ya no hay nada. ¿De quién será la sangre sobre la nieve?

Elisa no puede hablar. Es una estatua de marfil blanco, el color dejó sus mejillas al ver la sangre de su pequeño sobre la nieve. La voz se perdió cuando el automóvil lo hundió en la nieve, para cambiarlo por la mancha, que ahora no puede dejar de ver. La neblina se queda en los ojos de los que no gritan.

No me puedo concentrar, llevo todo el día pensando en ti. Repaso en mi mente cómo tu mano aprisionaba la mía mientras tus brazos guardaban el calor que creábamos. Eran momentos de una paz inquebrantable, donde la respiración era lo único que nos hacía despertar. Momentos donde el tiempo no existe y nos transformamos en algo eterno que sigue viviendo, no sé en dónde, pero no se detiene.


Aunque no estás aquí, tu cuerpo sigue conmigo. Nunca te has ido, estás en cada momento, abrazándome y tomando mis manos. Te pierdes en mis ojos y  yo en tu cabello negro. Contigo me siento tan pequeña, segura de amarte, dándote toda la ternura que llevo dentro. Estás en mis sueños, me abrazas cuando me despierto, te llevo dentro y te envío besos.