Así como no tengo fotos de las personas que he amado con mayor intensidad, los momentos de la vida más duros que ha tocado vivirlos sola. Hoy viví uno de ellos, me encontré pidiendo ayuda y consuelo; me fue negado, o bien a la persona a quien acudí no era la adecuada, o bien tengo un tino para en mis momentos de emergencia no poder recibir ayuda cuando la solicito. Creo que es lo primero, porque de desconocidos encontré consuelo más que con quien yo decidí y consideré que lo podría recibir. Decisiones, la vida está llena de ellas.

Quiero creer que la razón por la que me toca vivir momentos duros sola no es porque deba aprender a ser más fuerte, sino porque debo aprender a elegir de quién me rodeo. Esa es la lección, aprender que no todos se entregan de la forma en cómo lo hago y que no puedo esperar más de quién no puede (o no quiere) dar más. 

La siguiente experiencia dura que viva acudiré a quienes me han demostrado su apoyo, no con quienes yo crea. El creer es una suposición y en cuestión de relaciones se debe contar primero con hechos, luego con palabras y al final con sentimientos. En los momentos más duros el corazón busca algo de qué agarrarse, no una palmadita ni un "estoy contigo" que no se siente.

Por eso guardo mi corazón. No quiero que lo lastimen. No quiero crearle falsas esperanzas ni expectativas de las personas. No es justo para él ni para mí. Sobretodo porque el cansancio hace trivializar; quiero complicarme menos, no quiero complicarme más. Solo pido energías para afrontar las cosas, para no quebrarme y salir adelante, ver por mí misma y dejar de esperar que se preocupe alguien más. Dejar de esperar ayudas que, hasta el momento no han llegado y quizás no lleguen. Quizás es parte de la misión, quizás, no lo sé.

Mientras tanto el corazón seguirá de vacaciones, sin boleto de regreso. Trataré de ser como el resto y no entregarme por completo en todos y a todos, porque uno se queda vacío y no hay algo que lo llene. A ver si lo logro...al final del día la historia es la misma.