Le fateuille

Un poco de mí, para tí.

Nombre: Ana
Ubicación: Mexico

Me gusta el blog, puedo escribir todo lo que hay dentro de mí, sin pensar en nada más.

martes, mayo 31, 2011

El día estaba muy caluroso, el aire húmedo me hacía sudar, lo cual era ideal para mí en ese momento. Mis nervios no se verían porque la culpa la tendría el clima y la ropa no adecuada que llevaba para un café al aire libre. Habíamos quedado de vernos en ese lugar después de comer. Fueron todos, sí, todos. Todos las personas que son espectadores de una historia que no se menciona ni se escribe y cuya trama se comenta en ausencias de los personajes. Hoy fue un día especial porque conocimos a la novia de Juan, una niña linda según la describían.  Me cayó bien, es como tú, predecible.

Tenía mucho interés en conocerla, sobretodo porque antes de estar con ella estabas conmigo. La ira me inundaba, lo cual es natural, lo que hice después no tanto. Me rondaba la idea de preguntarle cuando llegara si ella puede venirse contigo. Yo nunca pude, lo cual es gracioso porque siempre promoviste la idea de que debías estar con alguien sexualmente compatible contigo. No puedo evitar sonreír cuando recuerdo la primera vez que estuvimos juntos y me preguntaste: "¿por qué no gristaste?". ¿Qué podía responder? Si nada más te me montaste encima como si fuera una muñeca y terminaste más rápido de lo esperado. Las demás ocasiones no fueron muy diferentes. Pensaba en que cuando llegaras con esta chica, apartarla de los demás para tener una charla sincera; ¿te besa con miedo?, ¿también te dijo que es tímido? ¿cómo va su autoestima? ¿ya empezó a pasarte sus inseguridades? ¿te dijo que no cuando quisiste intentar algo diferente? ¿lloró?

Otra cosa que rondó en mi cabeza fue preguntale en medio de la plática. Algo como ¿ella sí grita como en las películas cuando lo hace?, ¿se porta como muñeca con sonido? y ver que me contestaban entre los dos, como pareja.  Lo que sucedió fue diferente, muy venenoso de mi parte, pero liberador.

Te sentaste al lado, como presumiendo. A la mitad de la reunión te miré a los ojos, creo que sospechaste lo que venía. Te hice la pregunta: ¿te hace vibrar?. Tu silencio lo dijo todo. Al tener esa pregunta no pudiste evitar comparar mentalmente. Comprobé lo que sospechaba, es como tú, de naturaleza plana cuyo atrevimiento más grande se pueda hablar en público, en medio de la gente perdida en el ruido.

Me paré y me fui. No hay necesidad de regresar a lo mismo. Este capítulo ya se cerró. Estuve dormida a la vida a tu lado. Gracias por despertarme.