Te quiero mucho, no me gusta verte así. 

De alguna extraña forma me encariñé contigo y mi corazón solo desea abrazarte y consolarte en los momentos en que veo que estás triste. Quisiera tomarte en mis brazos y dejar que lo que te aflige salga, que sepas que no estás solo, que hay alguien contigo. No puedo decirte nada de esto. Me da la impresión de que tu alma no quiere recibir un abrazo porque se rompe, o porque no quieres crear un vínculo...tienes miedo al amor, a recibir cariño y te refugias debajo de tu escudo, mi honorable caballero. 

Eres el príncipe que todos buscamos y llora bajo el sauce cuando llueve, para que no vean al niño que lleva dentro. Te quiero mi fiel caballero, ojala tus lágrimas te permitan ver lo que hay a tu alrededor.

Son muchas las coincidencias, tantas que me da miedo perderme en tí.
Tu voz resuena en mi cabeza, como un eco que no se termina. Quiero tocar tu mano, perderme en tu mirada, poner mi mano en tu pecho, acariciarte la cara.
Tengo muchas ganas de intentarlo, ¿tú no? -No sé si funcione- me contestas. -Yo tampoco- te digo con toda la sinceridad de la que soy capaz.
Porque lo que vivimos es un sueño que se antoja se vuelva real. Una ilusión de algo que quizás no existe o no existirá, la promesa de un abrazo largo que se da cada mañana al saludarnos.
Déjame entrar en tu vida. Invítame a pasar en la tuya.  Puede ser profundo, lo sé. Puede que no haya retorno, puede que no pase nada, puede que todo sea mi imaginación.
Ámame, yo haré lo mismo.