¿Dónde estás?
Me vuelve loca no saber de ti, de no verte conectado. Es horrible porque comienzo a hacer demasiadas teorías en mi cabeza de qué estarás haciendo y porqué no sé nada de ti que parece una novela. Y esas teorías tienden a reflejar mis miedos y experiencias pasadas más que la realidad.

¿Qué pasará por tu mente? ¿También tienes esa inquietud de saber de mi? ¿Me extrañas? ¿Me quieres hablar?

Esta incertidumbre me inquieta, me come por dentro, me preocupa, me mantiene distraída por el día y se convierte en un impulso de hablarte, de escribirte. Y también me pone a pensar: él me puede hablar, si me extrañara me hablararía, buscaría la forma de hacerse notar, me procurarías; volvemos al punto de los hechos versus las palabras, lo que veo versus lo que supongo, y lo que me queda no es mucho, es nada.

No tengo elementos para decidir o para decir que estás presente, al contrario, no tengo nada fehaciente que indique algún sentimiento tuyo. Sólo tengo la fe en el cariño que te tengo y que, "CREO", me tienes. La razón y mi cabeza me dicen que no eres para mí, ya que no hay pruebas; lo único que tengo en aferrarme es una idea y un recuerdo de lo que sentíamos cuando estabas aquí, aunque haya durado muy poco, marcó toda mi vida. Lo que dudo ahora es si marcó también la tuya.

¿Qué puedo hacer? Porque hay todo una revolución dentro de mi que me dice que te espere, que vales la pena y que vuelva a conquistarte e intentarlo si regresas. Pero en esta decisión estoy arriesgando mucho: mi juventud, otras propuestas, mi tiempo, mis ganas; y sin embargo estoy dispuesta a hacerlo, ya pasaron poco más de dos años y, volteando atrás, no me arrepiento. Estoy conciente de que al final me puedo quedar sin nada y tendría que buscar a otra persona, pero me quiero arriesgar, prefiero tener el corazón roto otra vez a quedarme preguntando toda mi vida por algún hubiera; creo que vales la pena.