No puedo evitar sentirme como una intrusa cuando me adentro en los detalles de tu vida. Tengo tu consentimiento, lo sé, pero todavía me siento ajena. Es raro para mí verme inmersa en un mundo que todavía no es mío, al cual siento que no soy invitada. Es el temor de adueñarse de algo que no querré dejar jamás, de abrazar lo que está en el aire para volverlo materia y poder aprisionarlo con mis dedos. Es encontrar el amor en un fuego que calienta a través de una pintura, es todo y es nada.

¿Como evito quererte? ¿Cómo se decide no amar? Cual voz clara y transparente así es la paz que canta dentro de mi ser. Se llena de un gozo nunca antes experimentado que cae como gota de lluvia desde mi cabeza hasta mi corazón, me conmueve tanto que me roba una lágrima, o dos, porque me consuela. Este tipo de amor es por el cual los valientes defienden, luchan y se pierden; solo pienso en aferrarme, lo abrazo y aprisiono conmigo porque se me antoja eterno. Es como el abrazo largo de un domingo por la mañana, sin pausas ni prisas.

Me encuentro frente al camino que finalmente vislumbro su final. Me hinco frente en su inicio llorando porque finalmente se ve lo que falta, tengo conciencia de lo que viene y no me quiero alejar, no de nuevo. Ha sido una lucha larga, con mis demonios, miedos, desamores y éxitos; no quiero que nada se mueva que nada desaparezca, quédese todo en su lugar, en su justo tiempo, movimiento y espacio.

Es amor, no hay otra palabra que lo describa. Te amo de principio a fin, con todo lo que implica sus letras, de inicio a punta recorriendo cada trazo que la dibuja. Te amo. No me importa qué suceda y qué pase, te amo y no me pienso ir, no te pienso dejar, no te pienso defraudar. Te amo.