Me gana la melancolía llevándome al mismo lugar, donde
inició todo. El punto donde se sabe que al cruzarlo no hay retorno, o al menos
eso es lo que una quiere pensar. Ese momento que se repasa una y otra vez en la
mente, buscando explicaciones, respuestas, mensajes ocultos, interpretaciones;
todo lo que sea necesario para comprender qué pasó, qué salió mal, en donde nos
perdimos.
Hacemos las cosas para ocultarlas, nos refugiamos en lo
cotidiano de algo que no existe para ignorar los problemas que se avecinan o
que ya están presentes. Preferimos la locura a enfrentar las cosas, a desnudar
el corazón ante quien uno ama. ¿No es esto hacer más daño? Siento que de esta
forma nos matamos lentamente, es como desangrar gota a gota un cuerpo que está
casi vacío, porque el amor se bebió casi toda la sangre a tragos grandes.