No tienes idea de lo que es.

Te sorprende cómo el tiempo hace olvidar. El tiene la culpa de que perdone; siembra en mí el deseo y la esperanza calladamente, buscando la madurez en un fruto verde.

¿No te intriga el futuro? ¿Saber qué pasará? ¿Si eres tú o alguien más? Es más fácil echarle la culpa al destino que creer que fui yo quien decidió. A veces me pregunto si fui demasiado dura, a veces creo que fue una prueba: que no has pasado; entonces encuentro algo que te fundamente, eres cuestión de fe, una que no sé si tener, no sé si sea conveniente para mí.

¿Piensas igual que yo?

¿Me extrañas?

¿Preguntas por el hubiera?

Si me tuvieras enfrente, ¿qué me dirías? ¿la verdad? ¿me abrirías el corazón? ¿llorarías?

Como dijo el poeta: "...un simple beso, una sonrisa basta..."; ¿será que para mí eso es suficiente? Me esfuerzo por una prueba.

Entrego mi alma al vencedor, a aquél que llegue más lejos. En secreto te aliento para que llegues primero, pero no depende de mí esa decisión; cuando llegue el ganador y lo siga, voltearé a verte, quizás ruege con la mirada de que me arrebates...imaginando una osadía que no conoces, como me gustaría despertar eso en tí, así sentirías lo mismo que yo.

Sigue dormido e indeciso corazón. Arrúyate en tu propia ruina. Elige no elegir nada. Piérdeme, suéltame la mano, convéncete a tí mismo de que eres valiente y puedes seguir solo. Es más fácil pensar que uno hizo lo correcto y si no se dió fue por el destino. ¿Te digo algo? El destino no cuenta conmigo. Esto es entre tú y yo solamente.