Han pasado tantas cosas y no he escrito nada. Es el miedo a enfrentar la realidad que me une al cuerpo y evita que me evapore. En una casa puedo encontrar diversas actividades que evitan me enfrente a mí misma frente al escritorio para plasmar en palabras todo el sentimiento que tengo dentro. Incluso en este mismo ejercicio evito mirar, hablar, describir ese sentimiento innombrable que me rodea. Es más fácil pretender que nada pasa, que algo no sucedió a ver sus consecuencias.

Consecuencias es una palabra dura. Creo que las palabras tienen una razón y un significado, y que deben juzgarse por el peso que tienen. Por ejemplo, raza es una palabra muy cortita que puede expresar muchos sentimientos que pueden desencadenar en violencia, pero a la vez puede expresar una inmensa alegría y hermandad. Consecuencias es algo que está presente en mi cabeza y no se quiere ir, está muy cómoda esa palabra viendo lo que hay en mi interior; yo no quiero recibirla, es como ese invitado incómodo que se encuentra afuera de tu casa esperando ser atendido y no se va porque sabe que hay alguien dentro. Así me siento con esa palabra, por mucho que la ignore no se va, aunque sabe que ignoro consientemente su significado, para sí no darle un peso.

Entonces me ocupo. Toco la guitarra, practico el canto, leo, arreglo el jardín, busco trabajo, desempolvo amistades, creo desorden para luego ordenarlo...y así sucesivamente, pero al final del día (como ahora) llega un momento en que me quedo completamente sola con mi pensamiento y lo único que puedo hacer escribir para no tener que enfrentarlo. Conectada con la esperanza de que cualquier persona me salude en la madrugada para tener una conversación, la cual espero sea larga, porque tampoco quiero dormir pronto.


He llegado a pensar de que hay una realidad paralela donde no tengo que ocuparme de evitar la palabra. ¿Será?