Es increíble como se puede perder tiempo pensando en tí.

Hoy pensé en morir, como si fuera mi último día aquí. ¿Qué haría? La respuesta es simple: iría a buscarte para amarte otra vez. Si tenemos poco tiempo, ¿por qué no aprovecharlo? ¿Por qué detener lo que realmente sentimos? Ya no habría miedos, ni excusas ni pretextos; sería simplemente lo que hay en el fondo, únicamente amor, no importaría el resto.

Nos dejaríamos llevar, viviríamos realmente. Pero no es mi último día en la tierra, ni la última vez que te vea. Seguiremos presentes en nuestra imaginación y en historias como esta.

Tengo mis fotos debajo de la cama. Están allí guardadas empolvándose, esperando ser rescatadas. Las saqué hace un mes y no he tenido el valor de ponerlas donde se debe. Son mis recuerdos, y aún así los más importantes no están en imagen, sino en sentimiento, en olores y sensaciones. Son momentos, personas, lágrimas, besos y lugares que no pueden describir lo que alguna vez pasó. Todos ellos se conjuntan y se pierden en el tiempo volviéndose un mito que habita en mí. Cuando muera estos mitos desaparecerán y estas historias que son fascinantes llegarán a su fin; no hay palabras suficientas para ellas.

Es una especie de secreto, que no sé si pueda llegar a confiar.