El vacío llegó a la casa. Sin tener invitación entró, encontró la puerta sin llave y pasó. Dejó sus cosas en la mesita de entrada, puso su chaqueta en un sillón y se instaló, junto con su computadora, en la mesa del comedor; está conectando todo para quedarse largo tiempo y pregunta dónde está guardado el café instantáneo de las visitas, tal parece que ya sabe que no tomo café. ¿Quién te invitó vacío? ¿Por qué te dejo quedarte? Acepto tu estancia no como un invitado, sino como un miembro más de la familia.

Ahora que formas parte de mi vida, programo actividades juntos, para enriquecer y solidificar la relación que hay entre nosotros vacío. No sé por cuánto tiempo te quedes pero quiero que sea "tiempo de calidad", como le llaman al tiempo escaso que las personas egoístas están dispuestas a compartir con quienes los aman. Te doy tu espacio y te busco vacío, adecúo mi día a lo que tu vayas a hacer, porque quiero estar contigo, siento que es lo único que me queda: mi vacío.

No recuerdo cómo era mi vida sin tí.