Le fateuille

Un poco de mí, para tí.

Nombre: Ana
Ubicación: Mexico

Me gusta el blog, puedo escribir todo lo que hay dentro de mí, sin pensar en nada más.

martes, abril 05, 2011

La princesa de cabellos dorados llegó a la cámara principal del castillo, donde se encontraba su príncipe. Había recorrido un largo camino y librado valientes batallas con tal de llegar hasta allí. El viento arreciaba su rostro, dejado y marcado más por sus lágrimas que por las heridas que sus luchas le dejaron de recuerdo. El frío calaba sus huesos y su delicada piel que cubría con un vestido alguna vez color blanco, o color marfil, la protegía del ambiente.

Dentro de la cámara, la obscuridad se veía interrumpida por la figura del príncipe atrapada en una burbuja que desprendía una luz brillante que daba ser la impresión de ser blanca, pero que la sombra que proyectaba era azul, y de la cual surgía el viento que apartaba el largo cabello de la princesa y lo empujaba. Abrir los ojos ante tal situación hería, pero ella siguió avanzando. El príncipe se encontraba inmóvil, con los ojos abiertos viéndola y quedó inmune ante su presencia.

Desesperada, la princesa trató de ayudarlo a salir del encanto. Gritó, peleó, utilizó sus armas y se hirió a sí misma. De repente, se dió cuenta que cualquier esfuerzo sería inútil, pues el encanto que mantenía al príncipe en la burbuja provenía de su mismo corazón, y no importaba lo que ella  hiciera, el encantamiento se rompería cuando el príncipe lo decidiera, atreviéndose a ver con sus propios ojos lo que su fuerza creaba y dañaba. Ella lo vió a los ojos y pudo ver lo que en el fondo del negro encantamiento se ocultaba en su alma; una lágrima recorrió su mejilla. La princesa se agachó y de su sandalia sacó su daga y la depositó a los pies del príncipe, junto con su arco y su flecha, puso sus manos de seda en la burbuja y le dijo que lo amaba, besó la superficie y se marchó sin voltear su rostro. Lo entendió todo.